23/6/09

Un hombre en la oscuridad

"[...]Objetos inanimados, enunció.
¿Qué pasa con ellos?, pregunté yo.
Objetos inanimados como medio de expresar emociones humanas. En eso consiste el lenguaje cinematográfico. Sólo los buenos directores saben cómo hacerlo, pero Renoir, De Sica y Ray son tres de los mejores, ¿verdad?
Sin duda.
PIensa en las primeras escenas de Ladrón de Bicicletas. El protagonista encuentra trabajo, pero para llevarlo a cabo necesita desempeñar la bicicleta. Se va a casa sintiendo lástima de sí mismo. Y allí está su mujer, en la calle, cargando con dos pesados cubos de agua. Toda su pobreza, todos los esfuerzos de esa mujer y su familia están contenidos en esos cubos. El marido está tan enfrascado en sus propios problemas, que ni se molesta en ayudarla hasta que casi están dentro de la casa. E incluso entonces, sólo le coge un cubo, dejando que ella cargue con el otro. Todo lo que nos hace falta saber sobre su matrimonio se nos muestra en esos pocos segundos. Luego suben las escaleras hasta su piso, y a la mujer se le ocurre la idea de empeñar la ropa de cama para recuperar la bicicleta. Recuerda la violencia con que da una patada al cubo en la cocina, la agresividad con que abre el cajón de la mesa. Objetos inanimados, emociones humanas. Luego pasamos a la casa de empeños, que no es una casa, realmente, sino un sitio enorme, una especie de almacén de objetos superfluos. La mujer vende las sábanas, y seguidamente vemos a uno de los empleados que lleva el pequeño paquete a los estantes donde se depositan los artículos empeñados. Al principio, las estanterías no parecen muy altas, pero entonces la cámara retrocede, y mientras el empleado empieza a subir, vemos que se alargan hacia arriba cada vez más, hasta llegar al techo, y cada estante y casillero rebosa de paquetes idénticos al que ahora está guardando, y de pronto parece que todas las familias de Roma han vendido la ropa de cama, que toda la ciudad se encuentra en la misma situación de miseria que el protagonista y su mujer. En una sola toma, abuelo. En una sola toma se nos ofrece el retrato de toda una sociedad que vive al borde del desastre."

Paul Auster

22/6/09

R.U. Kiddin' Me

Y fue así como pasó:

Yo, la verdad, no estaba al 100%. Había madrugado para trabajar, y había llegado con prisas a casa, para cambiarme, y luego, con mi cuñada y mi madre a cuestas, llevar nuestros cuerpos al lugar de encuentro. Al pre-encuentro. Casi 20 mujeres en dirección a Calviá, donde esperaba la novia, que se despediría de su soltería.

Después de vestirla y maquillarla de india, la paseamos por su pueblo, donde la conocen, y mientras paraba el tráfico para que pudiéramos cruzar, el resto soplaba los pitos a pleno pulmón haciendo un escándalo de mil demonios.

Más tarde, nos vendrían a buscar unos buenos mozos para llevarnos a un rancho alejado de la mano de Dios, donde pasaríamos la tarde-noche, entre paseos de carro, bailes y cenas.

Ya en el rancho, y después de unos cuantos vasos de sangría (yo me abstuve porque tenía que traer sana y salva a mi madre de vuelta a casa... y qué leches, a mí misma también), nos subieron a un carro tirado por caballos (Beckham y Bubu, según nos contaba el vaquero) y donde había dos garrafas de cinco litros de sangría (ahí es nada), mientras que cinco mujeres se atrevían a ir montadas a caballo. Después de un paseíto por el terreno, demostrando un paisaje diferente pero bonito, tocaba el momento de regresar al rancho y demostrar cuánto tiempo es capaz de aguantar cada mujer en el toro mecánico travieso. Bueno, travieso más bien el chico que lo controlaba, Raúl... que resultó ser, aparte de Jose, el gran descubrimiento de la noche, y al cual más de una de las 20 mujeres que éramos, se habrían querido llevar (sí, qué leches, yo también me incluyo xD).

Pasada la vergüenza-desenfreno del toro, pasamos a cenar. Después de la cena, pasamos a los regalos. Y después de los regalos... vino el momento estelar para la novia. El boy. Que armó un revuelo de la ostia. No sólo hizo protagonista a la novia, sino que nos pilló a algunas de nosotras en diferentes momentos de su baile (joder, a mi madre le dio un meneo que yo pensaba que me la iba a romper xDDDDDDDDDDDDDD). Qué momento, por dios xD.

Cuando pasó la tempestad, más de una pidió a Raúl que hiciera él su propio baile, pero no coló. Qué pena, dios... qué pena.

Un poco de bailoteo en la terraza con un "músico" que no se sabía la letra de las canciones que estaba versionando (Ricky Martin, Joaquín Sabina). Los últimos intentos de secuestrar a Raúl y a Jose. Las últimas gracias. La despedida y... de vuelta al hogar.

Ha sido mi primera despedida de soltera. Me hubiese gustado estar más fresca, más despierta, y estar en mejor sintonía con las mujeres que estaban en la fiesta. Pero bueno, lo que ha sido, fue bueno. Una experiencia que pasar. Y a la que se casa, ¡que le dure!

18/6/09

La Mujer del Viajero en el Tiempo

"[...]Lucille y yo siempre nos besábamos con mucha formalidad, en ambas mejillas, como si fuéramos unas condesas francesas muy ancianas que llevaran tiempo sin verse. Fue exquisita en su trato conmigo, aunque era capaz de devastar a su hija con una sola mirada. La echo de menos. En cuanto a Clare... bueno, decir que Clare "la echa de menos" sería una expresión inadecuada. Clare se siente privada de su presencia. Entra en la sala y olvida qué había ido a buscar. Clare se sienta con un libro y lo mira fijamente sin volver la página durante una hora; pero no llora. Clare sonríe si le cuento un chiste. Clare come lo que le pongo delante. Cuando le hago el amor, intenta seguirme con todo su empeño... y yo no tardo en dejarla tranquila, temeroso del rostro dócil y carente de lágrimas que parece hallarse a kilómetros de distancia. Echo de menos a Lucille, pero es de la presencia de Clare de quien me siento privado; Clare, que se ha marchado lejos y me ha dejado con esa extraña que solo guarda un gran parecido con ella."

Audrey Niffenegger

12/6/09

Francesca Woodman


"Mi vida en este punto es como un sedimento muy viejo en una taza de café y preferiría morir joven dejando varias realizaciones... en vez de ir borrando atropelladamente todas estas cosas delicadas..."

11/6/09

Philosophy of Time Travel

Leyendo "La Mujer del Viajero en el Tiempo", y teniendo muy presente los viajes en el tiempo en diferentes medios, como series ("Lost") o películas ("Regreso Al Futuro"), una se plantea realmente si todo está escrito. Si todos tenemos un fin concreto al que llegar, y a pesar de ser conscientes de que podemos elegir, de que existe el libre albedrío, todos nuestros pasos nos llevarán a ese fin. O si por el contrario, cada uno puede modificar su línea temporal, dividiéndola, esquematizándola, creando nuevos caminos para no tener siquiera un futuro, sino tan sólo un presente y pasado que pasa en este momento y que ya ha pasado.

Si ya pasamos a otro plano, uno podría pensar que en realidad, el futuro no existe. Quiero decir... Existe la idea de futuro, pero en realidad, todo es ahora o ya ha sido. El futuro no está hecho, por lo tanto no existe. Si no existe el futuro al no estar hecho, los viajes en el tiempo no tendrían sentido. Cuando pensamos en una línea temporal desde el segundo punto de vista, tan solo hay desde el momento en el que estás y todo lo anterior. Podrías viajar atrás en el tiempo, pero ¿modificar cosas? Entonces ya cambiarías un futuro que, en cambio, sí sabes que existe (o que existía de una forma, porque es el momento presente), para que, en el momento del ahora, seas otra persona.

Si realmente se pudiese viajar también al futuro, aunque se haya dicho que el futuro como tal, no existe porque simplemente, no está hecho, ¿estaríamos condicionados a acabar en ese punto al que acabamos de viajar, o podríamos cambiar el camino? Si fuese la primera opción, volveríamos al hecho de que la vida es una línea temporal fija, y que, hagas lo que hagas y elijas lo que elijas, acabarás donde tienes que acabar (ya sabemos que el fin es la muerte, pero hay muchas formas de vivir, y evidentemente, de morir). Si fuese la segunda, el futuro al que hemos ido de nuevo vuelve a no existir, por lo que el viaje en realidad, no tendría sentido.

Igualmente, cuando se entra dentro de los viajes temporales, siempre se introduce a la persona en un círculo vicioso. Si mi yo de 23 años viaja al pasado de mi yo de 18 años, entonces, cuando mi yo de 18 años cumpla 23, volverá a viajar en el tiempo a conocer otra versión de mi yo de 18 años. Y así hasta el infinito. O simplemente, las cosas pasan una vez, porque realmente sólo se existe, en esta vida, una vez. Quiero decir, yo nazco y muero una vez. Solo hay una versión mi propio yo, y mi viaje en el tiempo es, en verdad, una mera ilusión.

Los viajes en el tiempo abren tantas posibilidades y supuestamente, se rigen por tantas normas (no interfieras, no interactúes con tu propio yo, no cambies nada, no te lleves nada, no escribas fechas), que ponerse a hablar de esto sería un no parar. Últimamente le estoy dando vueltas al asunto por el libro que comento al principio del post, en el que Henry, el protagonista, es un hombre que sufre de una enfermedad (que todavía no sé cuál es) que le hace viajar en el tiempo. Cuando su yo-futuro viaja a anteriores tiempos al suyo, siempre visita a la que en un futuro será su esposa. Ella, con 6 años, le conoce a él cuando su versión de 36 años viaja a su tiempo. Él, digamos que en el único momento presente del libre (al menos de momento), tiene 28 años y ella 20. Se encuentran por casualidad y, mientras que para él es la primera vez que la ve y es cuando la conoce, ella lleva toda su vida viendo a Henry. No sé si se entiende xD. Pero la verdad es que el libro es la ostia y me está gustando mucho.

Como tengo un colega que es bastante frikie, en todos los sentidos (creo que es una de las personas con las que más cosas en común tengo de toda la gente que he conocido a lo largo de mi vida xD), y que es quien me recomendó el libro, nos hemos puesto a debatir estos días sobre los viajes en el tiempo, y de que si existiera la posibilidad de los viajes en el tiempo, a dónde iríamos y a quién conoceríamos. Pero siempre desde la no-interferencia. Simplemente, como testigos. Y también, por supuesto, si iríamos a una época propia, nuestra, a vernos a nosotros mismos.

Yo escogí una época (periodo clásico y helenístico del arte griego), un personaje histórico (Leonor de Aquitania), y también un momento literario o de serie-película (cuando Lestat despierta a Akasha mientras toca el violín, entre otros). Y también, más que a algún momento de mi propia vida, iría a los primeros años de noviazgo de mis padres, sin duda.

¿Y vosotros a dónde iríais?


3/6/09

Joel Meyerowitz


"Lo que más me gusta es hacer fotografías en las que pueda pasar y penetrar el tiempo solo mirando"