30/10/10

El magnífico egoísmo de Magnus

Hace unas semanas decidí volver a leerme todos los libros de Anne Rice. Probablemente parezca una magna misión, puesto que son bastantes libros... Por no hablar también de que tengo tantos otros autores a los que leer por primera vez, pero cada vez que oigo mencionar a Lestat (sobre todo por mi cuñada, que ha empezado a leerse los libros y cada vez que habla de ellos me pone los dientes largos!) o leo en foros frases pronunciadas por Marius o Maharet, me entra una nostalgia por el magnífico mundo de vampiros y brujas que llegó a crear Rice... y recuerdo todas las sensaciones que experimenté por aquel entonces, que me ha resultado imposible resistirme por más tiempo a una segunda lectura de la obra de Anne Rice. Así que me he puesto a ello.

Reencontrarse con los libros después de tantos años resulta un tanto confuso, puesto que, primero, lo revives todo de nuevo, tal cual lo estás leyendo, sin complicaciones. Segundo, recuerdas quién eras por aquel entonces y cómo reaccionabas a lo que estabas leyendo. Y tercero, ahora todo lo entiendes de otra forma, por cómo eres ahora y por toda la experiencia que ya tienes a tus espaldas (que son 10 años ya xD). Quizás se llega a comprender mejor, de una forma más profunda, y se es capaz de ir más allá de la simple figura de Lestat, traspasar la carne y beber de su alma, entendiendo, realmente, lo que está contando. Es curioso cómo la historia sigue siendo la misma, pero a la vez tan diferente... al igual que el lector.

De momento, voy por el segundo libro, "Lestat El Vampiro", después de dejar atrás ya el sombrío y gris "Entrevista con el Vampiro". Qué diferentes son los libros, por lo diferentes que son ambos protagonistas. A todo el primer tomo le envuelve un aura melancólica y depresiva. Louis nunca fue, en realidad (al menos, para mi), un vampiro demasiado pasional. Siempre le he visto muy pasivo en cuanto a su naturaleza, sobre todo porque es uno de los que más se aferran a su parte humana. Pero en el segundo tomo, ya con Lestat como absoluto protagonista, hay una atmósfera mucho más trabajada, mucho más desgarradora, trágica y por supuesto, muchísimo más interesante.

Uno de los primeros puntos interesantes con los que me he reencontrado ha sido al Matalobos. No por la escena en la que Lestat, humano todavía, se enfrenta a ocho lobos y sale triunfador, sino por la aparición de Magnus. Es rápida, sombría y perturbadora. Y Lestat se da cuenta de que ese ser con máscara que le observa, en el teatro, en realidad no corresponde a ese sitio y sabe de él y de los lobos.

La conversión no se hace esperar. Y Magnus, un vampiro de vete tú a saber cuántos años y del que no sabemos un carajo, decide que Lestat, magnífico como ser humano, será espléndido como vampiro. En un arrebato de puro egoísmo (o no, según se mire), decide acabar con la vida mortal de un joven perfecto, y nombrarle su heredero. ¿Y qué nos regala? A Lestat el Vampiro. Al Príncipe de las Tinieblas. A uno de los seres sobrenaturales más emblemáticos del género. Ríete tú de Drácula. O de Bill Compton.

Y una se pregunta: ¿Quién era Magnus? ¿Y qué promesas tenía que cumplir? Anne Rice nos deja con un palmo de narices, obligándonos a hacer un ejercicio de imaginación. Qué habrá pasado el vampiro para decidir buscar un heredero y poder así tirarse al fuego. ¿Y qué necesidad tenía realmente de convertir a alguien en vampiro? ¿Por qué no se tiró a la hoguera, sin más, sin truncar la vida de alguien mortal?

Y aún así, nos deja uno de los grandes momentos del libro (claro que hay otros doblemente sublimes... que jamás se me olvidarán, por muchos años que pasen), en los que Magnus muestra un atisbo de su magnificencia. Y luego, sin más, auténtico egoista, se tira al fuego. Y nos deja a Lestat enteramente a nosotros. Gracias, Magnus.

"- Estás muriendo, Matalobos - oí decir a Magnus-. La luz de tus ojos azules se está apagando como si todos los días de verano hubieran terminado...
- No, por favor...
La sed resultaba insoportable. Yo tenía la boca abierta y la espalda arqueada. Y allí estaba por fin el horror último, la propia muerte, en aquella forma.
- Pide, hijo - sugirió él. Su rostro había dejado de ser una máscara sonriente, totalmente transfigurado en una expresión compasiva. En aquel momento parecía casi humano; su vejez resultaba casi natural -. Pide y recibirás. [...]
- Ayúdame, por favor.
- Yo te daré el agua de todas las aguas - me susurró al oído, y me pareció que su piel no era del todo blanca.[...] - El vino de todos los vinos - susurró-. Éste es mi Cuerpo, ésta es mi Sangre.
Y, con esto, sus brazos me rodearon. Me atrajo hacía sí y noté que emanaba de él un gran calor. Parecía estar lleno, no de sangre, sino de amor a mí.
- Pídelo, Matalobos, y vivirás eternamente - murmuró.
[...]
- ¡Ah, helo ahí! - dijo la voz espectral con sus lentas palabras, con sus interminables susurros -. Mi heredero, escogido para tomar de mí el Don Oscuro con más energía y valor que diez mortales. ¡Qué gran Hijo de las Tinieblas vas a ser!"

22/10/10

Ritmo de la Noche

Cada vez me da más pereza actualizar el blog.

4/10/10

True Blood

Russell Edgington: Why would we seek equal rights? You are not our equals. WE WILL EAT YOU! AFTER WE EAT YOUR CHILDREN!!! Now, time for the weather. Tiffany?