29/5/08

Rey Sol

Rey Sol, pon tu voz.
Cayó la red que nos cubrió
Rey Sol, me entrego a ti.
Quebré el timón,
no sé seguir.

Rey Sol, perdí mi tren
por ser quien soy
y ver el mundo del revés.
Caí por crecer.
Callé por hablar.
Confundo el agua con la sal.

Aprendimos a mirar
con la duda entre los dedos
y a tientas
descubrimos que al final
las palabras que no existen
nos pueden salvar.

Probé a saltar
sin red ni hogar.
No sé volver,
no sé hacia dónde ni con quién.
Siembro minas en mi cuerpo
y pólvora en la sien.
Rey Sol dime cómo arder.

Aprendimos a mirar
con la duda entre los dedos
y a tientas
descubrimos que al final
las palabras que no existen
nos pueden salvar.

Rey de corona roja
préstame un hilo de luz.
Voy a explotar.

Solo quiero ir más allá.
Solo quiero que esta herida se prenda.
Ser el humo que al final
escapó de lo que existe
por ver qué hay detrás,
más allá.

Vetusta Morla

21/5/08

[...]

Hay una canción que tiene función de sedante. No es que me atonte, ya sabéis a lo que me refiero. Es una canción que me calma todo el estrés que pueda llevar acumulando desde el 10 de Marzo*. El cantante usa una tesitura en la voz, pausada, grave y tranquila, que crea una atmósfera totalmente adecuada para desconectar de todo lo que se venga encima. No piensas en nada, simplemente escuchas la canción. Te transportas a algún lugar en el que los problemas no existen. Y a pesar de su tono nostálgico y melancólico, no hace sino darte algunos pequeños rayos de esperanza. Es una delicia para los oídos y el alma.

Necesito recurrir a ella (o debería hacerlo) puesto que estoy saturada. Me estoy espabilando, sí, pero de todas maneras, creo que me falta tiempo. Tiempo que, realmente, el FNAC me quita, pero que no puedo exigir. No me cambiarán el turno al de mañana, y realmente, no creo que fuera esa exactamente la solución. No hay solución más que excepto la que me aconsejó mi madre: "Aprieta los dientes. Un último esfuerzo". En ello estoy. Estoy en una pre-fase al super-estrés. Todavía voy ligera al trabajo y pienso furtivamente en algún trabajo específico de clase. Pero luego llego a casa y es horroroso. Primero, porque sigo sintiéndome no muy bien en este piso... sigo queriéndome ir, deshacerme de esta monotonía que se ha establecido y que me queda muy grande (y la cual cada vez me produce más repelús). Segundo, porque aunque me siente a cenar, pienso que estoy perdiendo el tiempo (como ahora también, que en vez de actualizar el blog, podría estar preparando las imágenes que tengo que llevar a imprimir al laboratorio). Pienso en un trabajo, pero no es como en el FNAC, que llega Abel y me distrae con cualquier tontería para hacerme reír, entre otras cosas... y desde ese trabajo de clase, y me voy a otro, y a otro, y a los otros que me faltan. Sí, voy acabando unos, pero los grandes, los que pesan siguen en la sombra. Hay que sacarlos a la luz, ver cómo no brillan y ... de una u otra forma, darles vida.

Pero me faltan fuerzas. Y aunque la canción me haga despreocuparme de estas cosas por cuatro minutos aproximadamente, es una evidencia. Está ahí, es palpable... y hasta el 15 de Junio esto será algo parecido a un Infierno, porque aparte, también empieza el verano. Hoy por primera vez en mi vida me he visto las ojeras. ¡Yo!, que jamás he conseguido distinguírmelas, aunque tuviera. Y aun así, parece que exteriormente estoy en uno de mis mejores momentos, porque bastante gente me ha dicho lo guapa que estoy... (?) No lo entiendo, en serio.

¿Mi recompensa? Mi padre diría "aprobar el curso". ¿Que qué digo yo? Ninguna. Ni pasar el verano en Mallorca... ni dinero para disfrutar de vacaciones si es que el FNAC me las da. Trabajar y pagar el alquiler... que no es un alquiler que realmente disfrute. En fin... me voy a volver a poner la canción, a ver si ... no acabo pegándome un tiro o tirándome por la ventana (es un 6to... puede que baste) (lo sé Madre, exagero).

[*Me he llegado a plantear que no sé hacer dos cosas a la vez. Cuando trabajo, sólo sé trabajar, y soy incapaz de llevar el ritmo del resto de vida, sobre todo el de clase. Me pasó cuando empecé en el video club y me está pasando ahora.]


18/5/08

Cántico de Sangre

Hace una semana me terminé "El Santuario", agradeciendo que por fin Lestat el Magnífico (como se llama él en el siguiente libro, el que hoy nos ocupa xD), hubiera entrado en escena, una vez más. Porque tenía un final abierto y evidentemente, Lestat tenía que tomar partido.

Lo empecé hace dos días y me lo paso pipa viendo que es él quien se ocupa de contar la historia, y que la cuenta como le da la real gana. Volver a leerle a él me hace retroceder en el tiempo y verme a mí misma leyendo "Entrevista con el Vampiro", "Lestat el Vampiro" y "La Reina de los Condenados", que me los leí uno detrás del otro (me acuerdo de un capítulo sobre Khayman, que sentía que las cosas iban a peor... yo sentada en el taburete de la cocina, vestida de verano, cambiando de posición cada dos por tres), y disfruté como una enana... principalmente, por los personajes tan encantadores y mágicos que sabe crear Anne Rice (si me dijeran que me quedase solo con uno de ellos, no podría...), y luego, por las tramas. "La Reina de los Condenados" para mi fue el más interesante, inquieto y divertido... por que remonta a los primeros tiempos, cuando fueron la Madre y el Padre (impresionantes ambos)... y la historia de las gemelas... y te las sabe unir en el presente, desarrollando una tensión impresionante (Mekare corriendo por el bosque en dirección a la casa donde estaban todos los demás, para arrancar el corazón a Akasha... buuuuf) El personaje de Khayman, para mi uno de los más enigmáticos que ha pasado por las Crónicas Vampíricas... me hubiese gustado que Anne Rice se planteara el escribir un libro sobre él, pero muy probablemente, todo ese misterio hubiese desaparecido... Es algo contradictorio xD (no voy a hablar sobre la ESPANTOSA Y PENOSA adaptación que hicieron del libro al cine).

Luego fueron "El Ladrón de Cuerpos", "Memnoch el Diablo", "Armand el Vampiro" y "Sangre y Oro". El primero es justo. El segundo es mi preferido de todos, absolutamente, todos los libros de Anne Rice (me parece impresionante el viaje que hace Lestat entre el Cielo y el Infierno, y cómo el Diablo nos hace ver que siempre, siempre, existen dos versiones de una misma historia). "Armand el Vampiro" es algo tostón, lo que me jodió bastante, porque era uno de mis personajes predilectos. Y "Sangre y Oro" está genial, sobre todo por uno de los finales más poéticos que he leído en mi vida xD.

El problema de "Merrick", que está entre "Armand El Vampiro" y "Sangre y Oro" es que fue el primer libro que me leí, dos años antes de empezar de lleno en la literatura de Rice. Me lo tendría que releer xD. Y es que claro, encontrármela de sopetón en "El Santuario" ha sido un poco impactante (aunque ya sabía el final de su personaje por una colada sin querer de cierta señorita xD).

Luego, tenemos la saga de las brujas. "La Hora de las Brujas", "La Voz del Diablo" (en inglés "Lasher"), y "Taltos". El primero, el más denso, porque te introduce de lleno en la familia Mayfair, una familia de brujos en los que el incesto es el día a día... ver fantasmas, hablar con ellos... El segundo, en el que pasa todo. Violaciones fantasmales, sobre todo xD. Y bebés que nacen caminando. Y "Taltos", el mejor de la saga, para mí. El otro día, un compañero de trabajo me hablaba sobre un personaje de rol en su historia... que venía a ser Dios... Yo le dije "Tal y como lo describes, le veo como un Taltos". El final también, sublime.

Luego tenemos dos de las Nuevas Crónicas Vampíricas, véase "Pandora" y "Vittorio el Vampiro". El primero me encantó, el segundo... realmente no me acuerdo mucho de él (solo que Vittorio no tenía absolutamente nada que ver con los Ancianos o los del círculo al que estamos acostumbrados, no así como Pandora).

Y ahora estamos en "El Santuario" y "Cántico de Sangre", los cuales nos unen a los Mayfair con los Vampiros, mediante Quinn Blackwood. Quizás sea un poco rebuscado, pero posiblemente, sea lo mejor. Lestat vuelve a aparecer como el Príncipe Mocoso que se llama él... con su piel tostada y sus ojos violetas, para enamorar y encandilar a todos y todas... sean brujas, humanos o fantasmas. "El Santuario" ha sido solo una preparación para "Cántico de Sangre". De aquí a cinco días, en los viajes de metro al trabajo, os digo que me lo termino xD.

Luego hay libros sueltos como "Violín" (que me he empezado como tres veces y jamás he pasado de las 100 páginas porque es muy depresivo), "La Momia (o Ramsés el Maldito)" (con uno de los finales más abruptos de toda la literatura de Anne Rice) y "El Sirviente de los Huesos" (me gustó, pero no es de lo mejor).

Así que nada, si nadie se ha aburrido después de este mega tostón y le apetece adentrarse en un nuevo mundo que todavía no conoce... pues ya sabe. A los que ya leáis a Rice, si os habéis leído "El Mesías", decidme qué tal... por que lo tengo en la recámara y quiero saber si tardaré o no en empezar a leérmelo.

Saludos grandes al que haya llegado hasta aquí!!

(en verdad esto iba a ir al fotolog, pero era tan largo que no me dejaba subir nada xDD así que lo reduje a lo que ya habéis visto... força Rice!)


11/5/08

Paraguas

A mi, generalmente, me gusta la lluvia. Me gusta la atmósfera que se crea cuando las nubes grises se posan sobre nuestras cabezas, y empiezan a avisarnos con una pequeña llovizna, para luego dar paso a la tormenta. Me gusta sobre todo, si la veo desde dentro de algún lugar que me resguarde de ella. Me gusta esa pequeña amenaza, cuando las gotas golpean el cristal de las ventanas, y el viento agita las contras y se cuela entre las pequeñas ranuras que no están bien cerradas.

Si la lluvia es ligera, no me molesta salir a la calle. Normalmente, no llevo paraguas, porque pienso que es un tremendo coñazo, y si lo que cae es tormenta, al final no te sirve de nada. Yo voy con mi chubasquero, más feliz que una perdiz. Sin molestar a nadie. Por que ahí está la cuestión del asunto. El no molestar.

La cosa es que en Barcelona ha estado lloviendo durante dos días. He podido salir a la calle tranquilamente, y aunque he llegado al trabajo algo empapada, no ha sido nada del otro mundo, ya que he podido seguir con el día a día y todavía estoy viva. El primer día de lluvia, salí con el paraguas. Craso error, porque no me sirvió un carajo. El viento cambiaba cada vez la dirección de la lluvia, y como el paraguas es de esos que le compras a un chino que te cobra 3€, pues no puedes esperar que sea resistente y que no se doble con vientos de 20Km/h. A la vuelta del trabajo, que en realidad fue la vuelta de una fiesta que hizo mi hermano por su cumpleaños, no tuve ningún problema, ya que tuve la enorme suerte de que uno del grupo me dejara al lado de la puerta del edificio... por lo que ni siquiera tuve que abrir el paraguas.

El problema se dio el día de ayer. Con las prisas (y realmente, siendo consciente, porque pasaba mucho de ir con él) de salir para el trabajo, me olvidé el paraguas. La lluvia no era gran cosa, pero sigue siendo lluvia, y moja. Mi chubasquero aguanta bastante. El problema es que es corto, y los vaqueros no tienen resguardo alguno. De camino hacia el Metro, ya me topé con alguno de esos paraguas gigantes que amenazan con sacarte un ojo sólo porque el propietario se piensa que es el ÚNICO EN UNA ACERA DE 1 METRO. Aparte, de que van a un ritmo extremadamente lento. Y tú no puedes maniobrar un adelantamiento, porque el paraguas ocupa 3/4 partes del espacio, y tú hace tiempo que dejaste de ocupar 1/4. Hasta que murmuras, farfullas o blasfemas algo, y entonces se hacen los ofendidos (!!!!), y se apartan.

Pero lo que me tocó la moral fue a la vuelta. Hay un sentimiento generalizado en todas las personas que van con paraguas por la calle. Aunque sean cuatro gotas, hay que abrirlo y sacar provecho de él, porque claro... no son cosas discretas, y en realidad, es una lata llevarlo encima. Aún así, a pesar de esas cuatro gotas e ir con paraguas, ¡¡van por debajo de los techos que hacen los balcones de los edificios!! PERO VAMOS A VER, SEÑORES Y SEÑORAS DE LOS PARAGUAS GRANDES... ¿Ustedes no se están protegiendo de la lluvia con el señor paraguas? ¡¡¿PORQUÉ NO ME DEJA A MI EL RESGUARDO DE LOS BALCONES, QUE VOY SOLO CON UN CHUBASQUERO Y LA LLUVIA EMPIEZA A AUMENTAR?!! Pues no, ahí los ves, a todos... en fila. Pegados a la pared, pero con su paraguas. Y claro... yo voy con el chubasquero, voy rápido porque así me mojo menos... pero tengo que ir sorteando a esta gentuza, porque no me dejan pasar. Ayer ya me cabreé, y primero, me colé debajo del paraguas de una señora mayor, que lo estaba inclinando hacia abajo y hacia la izquierda. No quería frenar el ritmo, así que me agaché y pasé por debajo, en plan violenta. No sé si me dijo algo porque llevaba los cascos, pero me importa un pimiento. La persona con la que iba llevaba un paraguas mucho más grande que yo, y encima iban por debajo de los balcones. Yo solté alguna palabrota, porque iba ya con un pique de tres pares de narices. Más adelante, me encuentro a un padre con su hijo, ambos dos con unos paraguas poco discretos. Me metí por la derecha (el lado de los balcones), y el niño empezó a pararse, a jugar con el paraguas, sin dejarme sitio para pasar... hasta que metí la mano en el paraguas y lo aparté. Su padre le llamó la atención, y yo hice un gesto con la mano en plan: ¡¡Quite a su hijo de en medio si no sabe ir con paraguas, JODER!!. Llegué a casa calada.

La gente no tiene campo de visión. No sabe sopesar en un instante todas las posibilidades. Si tienes paraguas, no vayas por el resguardo de los balcones. HAY MUCHA GENTE QUE SOLO VA CON CHUBASQUERO. No seas egoista.

Por eso yo voy sin paraguas la mayoría de las veces. No sirven de nada. Si al final lo único que no te mojas con ellos es el pelo. ¿A quién queréis engañar? Que para eso ya están las capuchas.

Muerte al paraguas.

8/5/08

Al Respirar

Hoy me he dado cuenta de que no era yo la que caminaba. No sentía míos los pasos. No eran míos. Era consciente de que me acercaba al piso, un lugar que últimamente no siento muy mío y en el que, cuanto menos tiempo pase, menos descompuesta acaba mi alma. Era consciente de que pisaba el suelo. Un paso. Luego otro. Pero no era yo quien los daba. Si fuese mi pie... si fuese mi real conciencia la que dirigiera mis pies, estaría muy lejos de aquí.

Una fuerza, llamémosla inercia, monotonía o costumbre, era la que decidía los pasos por mi. Yo simplemente me dejaba llevar.

Quizás algún día llegue a donde realmente quiero ir. Cuando tenga el valor necesario para hacer lo que quiero hacer. Y la decencia de afrontarlo.

...Intenta no respirar.

5/5/08

Change

Pues eso, que me he puesto a mirar y a toquetear... y aquí he llegado.

Saludos!

3/5/08

Semana 3/4.

Durante una semana, había estado tranquila. Disfrutando de las horas de trabajo con sus compañeros y evadiéndose cuando se cruzaba con algún cliente que sólo iba ahí para retorcer la estabilidad emocional de los vendedores. Se había incluso olvidado de la mirada de él y se había limitado a estar.

Pero el lunes había vuelto y parecía que traía el alma renovada. No se había cruzado con él, porque no quería buscarle. Y desde la distancia se dijo a sí misma que no tenía que dar rienda suelta otra vez a esa pequeña obsesión.

El martes consiguió acercarse a él, con una excusa. No es que, exactamente, lo consiguiera, pues el acercamiento fue más bien casual hasta el momento en que ella pensó en ese nuevo movimiento como algo a favor de la(su) situación. Una risa concedida, real y sincera. Una conversación trivial. Y su mirada.

El miércoles fue un día cuanto menos curioso. Antes de fijarse en él más allá de lo que podía ser un simple compañero de trabajo, cuando llevaba dos semanas trabajando, una mañana, en el metro, se cruzó con él. Él no la vio, pero ella reparó en él porque era "el que desentonaba". El que había venido alguna vez a la sección con una cliente pidiendo por su ayuda, y se había ido dando un gracias con una amplia sonrisa. Ese mismo miércoles, se lo volvió a cruzar. Pero esta vez, él reparó en ella. Primero, extrañado, y luego saludándola con una pequeña sonrisa de sorpresa. El día sucedió, para ella, como algo más ligero de llevar. En el trabajo, mientras preparaba un equipo de sonido, él se había acercado a su sección y se había parado a hablar con ella. Intentó guardar (ella) la compostura, queriendo esconder la sorpresa que sentía puesto que era él quien se había acercado y preguntaba el por qué de su madrugón. Intercambiaron unos pequeños detalles personales que a cualquiera le podían parecer lo más insignificante en una conversación entre compañeros, pero ella veía y comprendía más allá de las palabras que se decían. Mentalmente, y a una velocidad pasmosa, iba atando cabos, y aunque esos nuevos datos no la favorecían en absoluto, se alegraba de que al menos, habían dado ya un pequeño paso y quién sabe si a partir de entonces, el grado de confianza era un poco más grande como para pasar del simple "Hola" a una complicidad más elaborada.

El viernes fue la prueba física de que, por primera vez, tenía razón. Se lo cruzó, y ambos se sonrieron con una amplia sonrisa muy sincera, mientras él sujetaba la puerta para que ella pudiera pasar. Un pequeño sentimiento de bienestar recorrió su cuerpo y se dijo a sí misma que se controlara... que había otros temas personales que tendría que atender, antes o después. Pero cada vez que lo veía (porque más tarde aparecería por su sección a dejar unas cosas), se olvidaba de todo lo demás, y sólo existían esos ojos casi negros, perfectos y grandes, con su acidez característica. Cruzaron cuatro bromas y cada uno volvió a lo suyo. Para ella su pareja no existía. Y su otro asunto personal iba apareciendo y desapareciendo, sin querer asentarse en su mente. Por último, una pequeña consulta que él se la resolvió sin más, pero queriendo facilitarle las cosas, le recomendó que si se veía en un apuro, mandara el cliente a su sección. "No... más que nada, es para conocer el producto y saber de lo que hablo." Él sonrió pero volvió a hacer hincapié.

Mientras, intentaba acercarse a uno de sus compañeros de sección que trabajaban con él. No para sacarle información, sino para irse integrando, poco a poco, en el grupo. Y el método tenía sus resultados. Cada vez se sentía mejor en aquel lugar. Dando pequeños pasos que, hace años, hubieran sido impensables. Se despojaba de cualquier tipo de vergüenza e intentaba avanzar.

A pesar de todo, había una tercera persona que había entrado en juego. Pero todavía no sabía desde qué punto analizar la situación, ni cómo tomárselo. Y no podía deshacerse de aquella mirada... Por mucho que quisiera. Era su pequeño talón de Aquiles.