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28/4/08

Lemon Tree

Volver a casa siempre sienta bien. O eso dicen.

Llegué a Mallorca a las... 23:13, más o menos. Pisé el aeropuerto unos diez minutos después, y fue entonces cuando me di cuenta, aunque parezca mentira, de lo que echo de menos trabajar ahí. Sé que no es el trabajo de mi vida. Sé que aguantar a los guiris cuando pierden las maletas no es tan apasionante como parece. Sé, aunque poco (porque en ese aspecto siempre he tenido bastante suerte), que los retrasos no nos hacen gracia, y menos si son de madrugada. Pero es un trabajo dinámico, en el que no estás quieta. Y aparte de los compañeros, siempre encontrarás a alguien que te invite a un café y con el que te olvidarás del resto de las cosas y te limitarás, simplemente, a pasártelo bien charlando de absolutamente nada.

Antes de llegar al aparcamiento, ya sabía que una de las cosas que más añoro de Mallorca es el poder usar un coche e ir a donde me dé la gana. Aunque no lo parezca, el cumplir 18 años y que mi padre me empujara un poco a que me sacara ya el carnet de conducir, se convirtió en el primer paso de la independencia. Ya sabéis que en Mallorca no hay que fiarse del transporte público, y tener que depender de alguien que pueda llevarte a donde tú quieras ir a veces es muy molesto (y la gente no siempre está dispuesta a llevarte). Así que el 9 de Septiembre de 2004, cuando por fin me dieron mi carnet, estaba más feliz que unas pascuas, y en seguida cogí el coche. Lo malo es que en 20 días me iba a Barcelona. La vuelta a Mallorca en verano significaba adquirir de nuevo ese tipo de pequeña independencia. En BCN el transporte público va como la seda (al menos para mi). Pero para mí no hay color.

Cuando llegué a casa, todos los pesos que iba cargando durante estas últimas semanas desaparecieron sin más. Todo se hizo más fácil. Por un momento me olvidé de las responsabilidades, de los alquileres, de las deudas, del trabajo, del piso, de los problemas, y me limité a estar en casa y charlar con mis padres de cómo iba la vida.

El domingo tenía que ir a buscar a unos familiares al aeropuerto. Me reencontré con antiguos compañeros. Gente que esperaba que ya empezase la temporada. Y a mi se me crispaban, a medias, los nervios pensando que este verano a lo mejor no vuelvo a casa en verano. Sé que es lo que tengo que hacer. Si me lo proponen, quedarme en BCN, encontrar esa estabilidad que posiblemente me haga falta. Solo que me pregunto si realmente es ese el lugar donde tengo que quedarme. Muchos dirán que sí. Terminar lo que he empezado. No entregarme a la vida del trabajo. Hacer lo que quiero hacer. Conservar lo que tengo. Pero no puedo evitar sentir ya esa añoranza de levantarme a las tantas de la madrugada para llegar al aeropuerto con una sonrisa y hacer mi trabajo. Después de tres veranos ahí, los lazos se han creado y no retomarlos provoca nostalgia. Y no hay color entre estar en el piso y estar en casa, con mis padres.

Hoy se me acaba el chollo. De hecho, estoy a un cuarto de hora de irme al aeropuerto y volver a BCN. No diré que en el FNAC no estoy bien, porque estoy genial. Y por supuesto también me dolería que finalmente tuviera que irme. Pero me dolería mucho menos que no poder volver a casa. Tengo el corazón partido, como Alejandro Sanz. Aunque en otro sentido.

28/2/07

TMB

Cuando una sale del trabajo y se dirige hacia casa, lo único que quiere es llegar. Disfrutar del camino hasta casa. Olvidarse del día pasado, renovarse para el siguiente. Estar consigo misma, sin que la molesten. Llegar, tener tiempo para ver algo... alguna serie, alguna película.

Así que imaginad la cara que se le queda a una cuando se sube al bus, después de que el propio conductor, en la parada, se bajara del mismo, se fuese al bus que había delante, y se pusiese a discutir con el conductor de otro bus. Todo parece solucionado cuando el propio conductor vuelve a su bus, y se pone en camino, "cargando" a tres personas, que están cansadas y tan solo quieren sentir el calor del hogar.

Pero imaginad entonces una cara peor, cuando, a la siguiente parada, el conductor decide parar el bus y dejarlo con los intermitentes puestos, mientras se baja del bus y se va hacia una cabina a llamar por teléfono. ¿Tendrá una urgencia? ¿Se estará muriendo? ¿Qué es tan importante como para hacer esperar más de cinco minutos a tres personas, en el bus, QUE LO ÚNICO QUE QUIEREN ES NO LLEGAR TARDE A CASA? ¿En qué cabeza cabe? ¿Qué falta de respeto es esa? Si tiene algún problema con algún compañero, que lo notifique cuando haya acabado su jornada. Si tiene algún problema con su familia, que busque otra forma de comunicarse con ella. Si se está muriendo, QUE NOS LO DIGA. Pero el tío no puede largarse sin más del bus e ir a una cabina a hablar por teléfono, como si no le preocupara hacer esperar a gente.

¿Dónde se ha visto algo así? Así que, aparte de que he salido media hora tarde del trabajo porque soy una inepta contando, ha venido este gilipollas a tocarme las narices y joderme un poco más el día. Pero qué gentuza.

PD: La noticia a la que hago referencia en el flog es que, después de tres años de estar en Barcelona y decir que me tenía que hacer socia del FNAC, por fin hice "mi sueño" realidad, y ya tengo mi propia tarjetita. Pero claro, después de encontrarte por la vida a semejante engendro irrespetuoso, todo pierde su gracia y todo te parece una estupidez como una casa. En fin.