24/4/10

El Evangelio del Mal

"... Al principio, el Abismo eterno, el Dios de los dioses, la sima de donde habían surgido todas las cosas, creó seis mil veces un millón de universos para hacer que la nada retrocediera. Luego, a esos seis mil veces un millón de universos los dotó de sistemas, de soles y de planetas, de todo y de nada, de lleno y de vacío, de luz y de tinieblas. A continuación les insufló el equilibrio supremo, según el cual una cosa solo puede existir si su no cosa coexiste con ella.

Así pues, todas las cosas salieron de la nada del Abismo eterno. Y al articularse cada cosa con su no cosa, los seis mil millones de universos entraron en armonía.

Pero, para que esas innumerables cosas engendraran a su vez las multitudes de cosas que iban a dar la vida, necesitaban un vector de equilibrio absoluto, el contrario de los contrarios, la matriz de todas las cosas y de todas las no cosas, el Bien y el Mal.

El Abismo eterno creó entonces la ultracosa, el Bien supremo, y la ultra no cosa, el Mal absoluto. A la ultracosa le dio el nombre de Dios. A la ultra no cosa le dio el nombre de Satán. Y a esos espíritus de los grandes contrarios los dotó de la voluntad de combatirse eternamente para mantener los seis mil millones de universos en equilibrio.

Luego, cuando todas las cosas se articularon por fin sin que el desequilibrio viniera nunca más a romper el equilibrio que lo sostenía, el Abismo eterno vio que eso era bueno y se cerró de nuevo. Mil siglos transcurrieron entonces en el silencio de los universos que crecían.

Llegó por desgracia un día en que, habiéndose quedado solos rigiendo esos seis mil veces un millón de universos, Dios y Satán llegaron a un grado tan elevado de conocimiento y de aburrimiento que, a despecho de lo que el Abismo eterno les había prohibido, el primero se puso a crear un universo más en su propio nombre. Un universo imperfecto que el segundo se afanó en destruir por todos los medios, para que ese universo que hacía el número seis mil veces un millón más uno no llegara a destruir el orden de todos los demás debido a la ausencia de su contrario.

Entonces, al desarrollarse la lucha entre Dios y Satán solo en el interior de ese universo que el Abismo eterno no había previsto, el equilibrio de los demás universos empezó a romperse.

[...]

El primer día, cuando Dios creó el Cielo y la Tierra, así como el sol para iluminar su universo, Satán creó el vacío entre la Tierra y las estrellas y sumió al mundo en las tinieblas. El segundo día, cuando Dios creó los mares y los ríos, Satán les dio el poder de alzarse para engullir la creación de Dios.

El tercer día, cuando Dios creó los árboles y los bosques, Satán creó el viento para abatirlos, y cuando Dios creó las plantas que curan y que calman, Satán creó otras, venenosas y provistas de pinchos.

El cuarto día, Dios creó el pájaro y Satán creó la serpiente. Después, Dios creó la abeja y Satán la avispa. Y por cada especie que Dios creó, Satán creó un predador para aniquilar esa especie. Después, cuando Dios repartió a sus animales por la superficie del Cielo y de la Tierra para que se multiplicaran, Satán dotó de garras y de dientes a sus criaturas y les ordenó matar a los animales de Dios.

El sexto día, cuando Dios decidió que su universo estaba preparado para engendrar la vida, creó dos espíritus a imagen y semejanza del suyo a los que llamó hombre y mujer.

En respuesta a este crimen de los crímenes contra el orden del universo, Satán lanzó un maleficio contra esas almas inmortales. Después sembró la duda y la desesperación en su corazón, y robando a Dios el destino de su creación, condenó a muerte a la humanidad que iba a nacer de su unión.

Entonces, comprendiendo que la lucha contra su contrario era vana, el séptimo día Dios entregó los hombres a los animales de la Tierra para que los animales los devoraran. Luego, tras haber encerrado a Satán en las profundidades de ese universo caótico que el Abismo eterno no había previsto, dio la espalda a su creación y Satán se quedó solo para atormentar a los hombres."

Patrick Graham

1 comentario:

Hloke dijo...

Curioso. Aun siendo un libro de ficción y sabiendo que yo no creo en Dios, me resulta cuanto menos llamativo que alguien escriba que somos un capricho a causa de la arrogancia, soberbia y aburrimiento de Dios... xD Algo parecido a lo que deja caer Paulo Coelho en su "El Demonio y la Señorita Prym".