Killing Me Softly

Y he ahí el futuro de España. Un niño empuñando una pistola (de madera, sí, pero una representación de un arma al fin y al cabo), con su pipo de makaki, y una mirada absolutamente amenazante.

Y es que de Vic pueden salir muchos delincuentes. Más todavía en esos domingos en los que se organiza el Mercado Medieval y toda Barcelona decide pasar el día en ese lugar alejado de la mano (y buenaventuranza) de Dios.

Eso sí, también hay cosas buenas. Como unas magdalenas gigantemente enormes, rellenas de crema, de chocolate, con nueces, con manzana... Piensa en algo, y seguro que esa magdalena, enorme como ella sola, existe en Vic. También existen franceses que se dedican a hacer jarrones de barro, simulando una escena de "Ghost", pero sin Demi Moore, y mucho más interesante que el señor Patrick Swayze (el que por cierto, está bastante pachucho hoy en día). Y he aquí un documento gráfico que da fe de ello (del francés, no de Patrick Swayze). Advierto que esta opinión es totalmente subjetiva, pero en su momento, estuvo apoyada por mi señora madre (si mal no recuerdo, claro... que tiempo ha pasado ya del día de Vic [inicios de Diciembre] y mi memoria no es la que era a los 13 años). Vale, quizás no prueba al 100% que se trata del hombre de nuestras vidas con el cual viviríamos una historia de amor fantasmal (en el doble sentido) y quizás su flaqueza y su barba de 800 días le quite ciertos puntos, pero ah, si hubieséis visto la claridad de su mirada.

A pesar del pequeño delincuente que ya se estaba curtiendo por aquel entonces, hubo un símbolo gratuito que llamó mi atención. Dejando de lado todos los perros que había por ahí y quise llevarme a casa... Dejando de lado la cantidad indigeste de gente que no paraba de haber en todos lados... Dejando de lado el enorme trozo de empanada de atún que era de carne... he aquí el Árbol de la Paz de Vic:

También nos encontramos enormes brasas en las que los medievales, metidos en su papel portando un disfraz con mucho arte, nos gritaban a pleno pulmón (o no, no sé) cuánto costaba la costilla y si iba con pan o no. Nos encontramos vino caliente. Ali oli medieval (no lo probé... el nombre no me inspiraba confianza). Siluetas de un solo hilo de alambre que escalaban montañas, montaban en bici o tocaban el contrabajo (impresionantes). Callejuelas en las que rezaba todavía el mensaje de "POR ESTA CALLE NO PUEDEN PASAR CARROS, SO PENA DE DIEZ REALES." Vimos a un monje comprar chucherías (xD). Vamos, lo típico en un mercado medieval. Tan típico que a mi todo eso me sonaba. Y es que cuando fui a Bilbao, ya estuve en uno. Y como pasa siempre en estos casos, visto uno, vistos todos. Eso sí, os dejo un pequeño detalle que me descubrió mi padre y al que, evidentemente, tenía que hacer una foto. Más que el contenido, lo que es gracioso es el título que nombra a las hierbas. Si queréis más documentos fotográficos (como el de las figuras de alambre, que hay una foto que está muy chula... la señora iChus que sabe lo que hace), solo tenéis que tocar a la puerta y decir la palabra mágica. He aquí mi cierre de post: